
Durante el viaje conocerá, entre otras, a tres personas que lo acompañaran en la experiencia. Estas proceden de distintos lugares y que tienen diferentes razones para hacer el Camino, en un principio los motivos son muy superficiales, dejar de fumar; adelgazar o superar un bloqueo de escritor. Sin embargo al llegar a Santiago todos comprenden que el Camino es algo más, que esas metas que tenían no eran lo que ellos buscaban, sino que en realidad ellos esperaban encontrarse a ellos mismos.
Todos entienden el cambio que han tenido a lo largo de su viaje. El que más nota su cambio es Tom (Sheen) que comienza su viaje sólo por acabar lo que su hijo empezó y acaba haciendo del camino una experiencia que nunca olvidará, en la que esos compañeros se convertirán en amigos.
A lo largo del camino verá a su hijo y Tom entenderá que estaba equivocado y que la vida, tal y como le dice su hijo, hay que vivirla.
La verdad es que se nota que la película está hecha con cariño de principio a fin. Emilio Estevez refleja la espiritualidad del camino con cada fotograma. La admiración que siente por los peregrinos y el respeto que siente hacia España, cosa que no es para menos porque toda la película está dedicada a su abuelo, Francisco Estevez, que era gallego.
Una buena elección fue la de utilizar a su propio padre, todo un veterano de la interpretación, para el papel del padre de Danny, al que él mismo interpreta, ya que en ningún momento actúan al reflejar que son padre e hijo.
Esta es una película para todos aquellos que sientan que en la vida hay algo más que trabajo y la rutina del día a día. Para los que sientan que hay un mundo muy interesante ahí fuera y que está esperando a ser explorado.
Yo la he visto, y tengo ganas de hacer el Camino con mis hijos