Repiten el formato de la primera entrega, pero llevándolo mucho más al límite. Ya desde el principio la historia deja claras sus intenciones y hace honor al título, si en la primera se acecha a las víctimas en esta se pasa a la caza desde el primer momento, convirtiendo en unos ‘slashers’ de manual al trío de psicópatas de la anterior.
El punto fuerte de la primera era esa claustrofobia que generaban estos extraños dentro de la casa, además de recurrir al miedo que genera el hecho de ser vulnerable en tu roia casa. En esta se traslada esta sensación de encierro a todo un camping.
El principal problema reside en la ambición, no era necesaria esta secuela, es el resultado directo de la filosofía de la industria de estirar el chicle, la primera película es fantástica y con esta han querido repetir fórmula potenciando la maldad del trío, todo un error y convirtiéndoles en una suerte de seres omnipresentes que siempre están en el momento y lugar adecuados, por lo que pierde ese halo de realidad que hacía tan interesante a su predecesora.
Con todo, no deja de ser una buena opción para disfrutar de un buen mal rato, a lo largo de los 85 minutos que dura el corazón se revolucionará y si una película te emociona así ya merece la pena.
Claro que esto es sólo mi opinión.
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