La familia Bloom” nos cuenta la historia de una familia australiana que tras un viaje a Tailandia  ve cómo su vida, tal y como la vivían hasta ahora, se trunca por un accidente que deja a la matriarca, una gran aficionada al deporte interpretada por Naomi Watts, en silla de ruedas de por vida.

La película deja que nos colemos de forma discreta en la rutina de estas cinco personas, con un día a día marcado por una gran actividad que hace que el personaje de Watts pase horas y horas en casa, encerrada por voluntad propia en esa casa como fruto del encierro que sufre  dentro de un cuerpo, que no está acostumbrado a la falta de actividad, ni mucho menos a la condescendencia con la que le miran algunos de sus familiares cercanos y amigos.

Naomi Watts se pone su traje de actriz y nos brinda una de sus mejores actuaciones hasta  la fecha, un trabajo que  requiere de mucha expresión facial y en el que Watts saca matrícula de  honor, una sola mirada suya basta para saber lo que siente en ese momento su personaje.

Además de la ya citada grandísima actuación de Naomi Watts, también quiero destacar el trabajo de Andrew Lincoln, conocido por protagonizar la serie ’The Walking Death’, y que en esta ocasión se convierte en un secundario de lujo al interpretar  al marido y padre de familia. Pero todo esto se ensombrece cuando se desvela que esta historia está basada en hechos reales, que lo que se cuenta en esta película, incluido lo que refiere a la mascota con complejo de ángel de la guarda, está basado en hechos reales.

Ponerse delante de ‘La Familia Bloom’ no es ponerse delante de una película fácil pero, como suele suceder, estas historias van más allá y terminan encontrando huecos de nuestra alma que conviene visitar de vez en cuando y que nos hace ver la vida  de otra forma.

Claro que esto es sólo mi opinión.

Sobre El Autor

Periodista amante del cine. Director y presentador del Podcast 'La Guarida de Kovack'.

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